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Maniobras escapistas

Celso E. Portela Irigoyen

 


 

Harry Houdini (1874 – 1926) fue un gran mago del siglo XX que se dedicaba a zafarse y escapar de esposas, cajas y cárceles. Fue muy admirado por todo el público y adquirió gran fama. Uno de sus más grandes trucos fue el de "Chinese Water Torture Cell" en donde se colgaba boca abajo y se sumergía en una gran caja de cristal llena de agua. El desafío consistía en poder quitarse todas las esposas de las muñecas y tobillos y salir a la superficie vivo. Houdini logró cada uno de sus trucos con éxito y logró vivir hasta los 52 años de edad.

Lo que Houdini nunca contempló fue el efecto de virtualidad que depositaba sobre su público. Estas masas se dejaban llevar a una realidad virtual. En estos momentos de suspenso, tensión, esperanza y desesperación ocurría un espacio de escapismo; un espacio de escapar de la realidad. Houdini llevaba a cada espectador a sus propios lugares mágicos y tenebrosos. Las personas deseaban este espacio, deseaban salir de sus rutinas diarias y de sus problemas y achaques monótonos. Es ir a un viaje a lo desconocido. Podemos comparar esto con la definición que hoy día le damos a Virtual Reality o VR donde, por medios ajenos a nosotros mismos, llegamos a lugares nunca imaginados. En el caso de Harry Houdini era él el diseñador de la máquina que crea fantasías.

Un punto muy importante en este caso es que este espacio virtual, luego de haber culminado la acción, ya no puede existir más, sino solo en el momento en que ocurrió y cómo Houdini lo diseñó. Debemos recordar que este espacio virtual fue construido en ese y para ese momento particular en el tiempo. Es ese el momento en que existió el Aura o lo que podemos llamar el elemento cohesivo propulsor de la creación de escapismos fantásticos.

Entonces podemos llegar a la conclusión de que el VR puede existir y ocurrir en cualquier momento. Eso sí, solo en ese momento es que esta virtualidad es auténtica y "verdadera". Si, por el contrario, utilizamos ojos mecánicos para capturar la acción y luego la reproducimos como copia de lo que ocurrió, entonces lo que se crea son otros instantes de virtualidad y no necesariamente los que el diseñador propuso que fueran. Estos otros instantes ocurren en otro tiempo y con otro público; con otras características pertinentes a ese momento, creando una virtualidad "falsa" a esa acción copiada. Esto no quiere decir que no exista virtualidad. Sino que la virtualidad que existe no es auténtica.

El deseo que crece en el ser humano de escapar de algo, de no tener barreras, de no estar atado forma parte integral de lo que somos y como fuimos creados. Es una forma de no estar, de no existir y por unos momentos de desaparecer. La complicación de la realidad logra que nos sintamos llenos de desespero y ataviados de uno mismo. Como resultado de esto el ser humano ha sido creado con su propia forma de escape y liberación sin la necesidad de aparatos o lugares específicos. El sueño es una gran herramienta que la mente utiliza para el viaje fantástico y, por consecuente, para el escapismo.

Como forma primordial el sueño ha sido la "máquina" que la mente del ser humano ha utilizado para escapar de la realidad. En estos sueños la realidad imaginada puede convertirse en algo que aparenta ser real; tanto así que en ocasiones el cuerpo se levanta de un sueño asustado, sudando o alegre. ¿Quiere decir esto que el sueño es más real que la realidad misma? – Existen muchos debates sobre este tema. Muchos teóricos apuntan a que la realidad que consideramos "real" en realidad no es tal cosa. Sino que los sueños son la realidad. Llegan a esta conclusión argumentando que el sueño toma de la memoria aspectos de la vida y los reorganiza de un modo que aparentan ser válidos. Por ejemplo, el ser humano siempre ha querido poder volar, sin un avión no podemos. Es el sueño y la reorganización de pedazos de la memoria que logran que esta experiencia se haga realidad. En un sueño podemos experimentar cualquier sensación. Entonces, si sentimos, olemos, probamos, miramos y oímos como si fuera "real", los sueños sí son la única verdad. Son lo que uno desee que sean. No están viciados de connotaciones culturales, ni de normas y reglas políticas, en fin, el mundo del sueño es nuestro y de nuestra creación.

Aún así nos complicamos la existencia buscando y tratando nuevas formas de llegar a esta fantasía. Deseamos controlar el tiempo en el cual, según nuestros deseos, podamos entrar en este trance y fantasía. Uno de los primeros esfuerzos de lograrlo fue con el movimiento estilístico del Romanticismo. Debemos tomar en cuenta el momento en que se desarrolla. Comenzó en la segunda mitad del siglo XVIII y su punto de clímax durante la revolución industrial.

Este movimiento deseaba crear un escape de la brutalidad del momento. El enfoque para salir y escapar de la realidad sucedía en la creación de bellas artes con referentes a naturaleza exótica y sensacional, paisajes fuera de este mundo, objetividad en lo grosero, entre otras. Las pinturas eran fantasiosas y liberadoras. El momento en que ocurría el escapismo sucedía cuando el espectador, detenidamente, observaba la pintura o leía algún poema. La interacción entre la obra y el sujeto lograban que la mente comenzara a desarrollar episodios fantásticos y alucinatorios llenos de verdades propias y por ende realidades verdaderas.
Ahora bien, cuando la tecnología binaria le permite al ser humano desarrollar universos paralelamente asimilados al universo de la realidad monótona del día a día encontramos que en ocasiones la crea con una precisión exacta. Hemos visto como esta combinación binaria nos seduce y nos engaña para llevarnos a un escapismo ilusorio.

En los mini filmes de “The Animatrix” podemos observar como se re-cuestiona ¿qué es la realidad? – Nos hace pensar en el ideal de lo real. ¿Será que lo que produce el binario es mejor o más parecido a nuestra realidad soñada? – Pienso que el binario tiene una ventaja sobre el sueño. El binario puede existir indefinidamente y lo podemos maniobrar, mientras que el sueño va predeterminado por nuestros ciclos de mortalidad y la memoria aleatoria.

Sería una maravilla poder habitar en la realidad binaria. Pero, ¿que sucede con nuestra carne, nuestra mortalidad? – Seríamos solo piezas reemplazables adicionales al todo. ¿Qué ocurre con la muerte de la carne? – La cesantía del cuerpo nos elevará a la realidad absoluta ya que no necesitaría un tercero para recrearla, no necesitaría de los sueños carnales ni de binarios rígidos. Sería, como así parece haberlo hecho Houdini, la gran obra maestra del escapismo absoluto.

Bibliografía


 

Benjamin, W. (1989) "La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica". En Benjamin, W. Discursos Interrumpidos I, Taurus, Buenos Aires.

Gubern, R. (1996) Del bisonte a la realidad virtual. Ed. Anagrama, Barcelona.

Spielberg, S. (1993) "Jurasic Park".

Mirzoeff, N. (2003)  Una introducción a la cultura visual. Paidós Ibérica, Barcelona.

Chung, Peter, et al (2003) "The Animatrix".

Zizek, S. (2005) El acoso de la fantasía. Siglo XXI Editores, México.

 


 

 

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